miércoles, 17 de septiembre de 2008

Ciega y sorda

Hoy quisiera ser ciega y sorda. Encerrarme en mi casa y no salir. Llevarle el niño a su padre y quedarme aquí. Más sola, más encerrada y aislada. Miedo me doy cuando estoy así...vencida y dolorida y cansada. Chafada que diría mi madre. Una buena amiga, además, a este estado de ánimo añade "con las palmas hacia arriba". Sabes de quién hablo.

Hoy estoy rendida. Los otros han vuelto a ganarme. Me comería un cubo de pastillas, de las rosaditas que tanto te gustan. Así borraría a esa piara de miserables mediocres que me persiguen y asedian para hacerme sufrir, al vecino del reguetón que no me deja sentirme tranquila en mi casa. De ese modo borraría la pena por la que estás pasando, que sé que no es poca. Y se borrarían todas las paredes que me alejan de mis quereres, de mis inquietudes. Se borrarían todas las culpas, las mías y las otras, los temores, siempre los míos y las mediocridades que hacen de este país nuestro tierra de salvajes e ignorantes.


Pero eso no puede ser, nena. Nicolasito no se lo merece, ni tú tampoco aunque a veces tenga mis dudas.

Ahora quiero recuperar las ganas y la esperanza de que todo cambie. De sentir el movimiento hacia adelante. Desear en positivo para atraer las cosas buenas. Un hombre bueno y guapo, un trabajo mejor, prosperidad para mi gente, República...Creo que tengo que dejar de leer esos libros que me recomiendas. Cada día me parezco más a ti y, a veces, a tu madre. Dale un beso de mi parte cuando la veas. Porque ¿la ves, verdad? No me vayas a decir que sigues enfadada con ella. Me matarías del disgusto...

Pero creo que voy a tener que sentarme a esperar a un ladito, a que pase la crisis, que lo es por crisis y por inoportuna, la muy traidora. Como Josefina, la Fefa de mi edificio, que no sé si lo es o se lo hace pero al final le sale. Mira que es ruin esa mujer. Me sentaré a un ladito a desempolvar los buenos recuerdos, de los que nunca me he deshecho para poder recuperarlos y sacar adelante un día feo. Es como tener una tableta de chocolate bueno escondida en el armario de la cocina para esos días, como hoy, en los que nada sale bien (me acuerdo de una canción de un tipo con tupé...), poder garantizar un mínimo de satisfacción antes de acostarte. De pequeña, en casa de mamá, la escondíamos todas mis hermanas del resto, para que ninguna la encontrara. ¡Qué peleas por la tableta de chocolate! Hoy la escondo para que mi niño no la encuentre, le sienta mal, y para sorprenderme cuando, por descuido, la encuentro yo.

Voy a acercarme a la despensa a ver si encuentro la dichosa tableta y si la encuentro, voy a poner el disco del rockero aquel, de cuado tenía 18 y nunca había días malos que levantar. Después a lo mejor te llamo para que me cuantes lo que pasó en la novela hoy, que no llegué del trabajo a tiempo y me la perdí.