martes, 16 de marzo de 2010

Sentirme afortunada,

eso es de lo que de verdad tengo ganas. Un golpito de suerte...Ya sé, ya sé, me dirás que eso sólo depende de mí. Pero tengo ganas de sentirme congraciada con el entorno, que el rencor desaparezca y de frotar las manos en la más grande de las alegrías, sin temor a las consecuencias. Pero tengo la sensación, pueril quizás, de que este mundo me debe algo mi niña. Y así me da que se las voy a tener juradas por un tiempo.

Quiero alegrarme sin límite, sentirme realizada, llena y sin demandas ni querellas con el mundo, ni contigo...Es todo. Y no es poco, lo sé. Todas las Damas de la Autoayuda me van a volver a decir que eso está en mi mano y que sólo yo puedo solucionarlo, que me tengo que aplicar. Pero chica, ¿no estaría bien que, como un empujoncito, el mundo me sonriera y me lo pusiera un poquito más fácil?. Creo que ya toca.

Pues yo, nena, en mi actitud más propiciadora, voy a bajar a poner una bonoloto, que es básicamente lo que me hace falta poner de mi parte para que el mundo se enrolle conmigo y me regale un pleno al quince, del quince (derquince, como dicen en mi barrio) para ver si entro en los cuarenta y uno de lo más chic y por todo lo alto.