martes, 15 de septiembre de 2009

Turbia

como la cerveza pero menos rubia. ¿Oíste mi niña? Mamá cumplió hoy años y lo celebramos como hacía tiempo. La pequeñita también cumplió hoy. Esas cosas del calendario. Así ha sido toda la vida, ellas dos juntas. Que lo estén que se sienten mejor.

Pero yo tengo un sensación indescriptible dentro de mí. ¡Mentira! Completamente descriptible pero poco clasificable, creo. Lo voy a intentar... Estoy cansada, eso está claro (no sabes cuántas veces he escrito esta frase). Pero relajada. Quizás por las copas que nos hemos tomado en su honor y gracias a su generosidad (vaya mujer más generosa y espléndida con sus hijos, y contigo). Tengo una sensación de ternura y confianza que me aligera el espíritu. Mañana, quizás, sea justo al revés. ¡Ah! pero eso será mañana. Ahora me voy a la cama, solita y contenta, encantada por todo lo que he vivido, por lo poco que he dicho y por el recuerdo contundente, abusón y aplastante de todas esas sonrisas, las de todos y todas ustedes que me han hecho sentirme la reina de la charca sin ser hoy mi día ni mi momento y sin haberme hecho una manicura sencilla... Qué bueno.

Un besito para que te acuestes, reconfortado, abrazado y atendido, en mis brazos y con tus olores. Un beso para que mañana empieces, muchacho mío, con todo el coraje que necesitarás. Besos, besos, amor y ternura.

¡Vaya! como si esos ingredientes fueran la receta mágica. En mi pueblo hace años que lo saben...