hoy estoy de huelga de brazos caídos.
Caídos por los lados, rectos y lisos, pendiendo de los hombros. Abocados
al dolce far niente, no tan dolce. Decididos a no hacer nada productivo, como
un judío en sábado. Mis brazos emplazados al ocio rotundo y contundente.
Como si de una iluminación budista se tratara. Complacientes, desidiosos y determinados, entregados a la nobiliaria tarea de holgar. En franca y concisa señal de protesta. Como rebeldía juvenil por lo inexplicable ante su anhelo irreverente de volver a abrazarte ¡ya!
Mis brazos te esperan colgando de mi cuerpo, mansos, dóciles y decididos.
Como si de una iluminación budista se tratara. Complacientes, desidiosos y determinados, entregados a la nobiliaria tarea de holgar. En franca y concisa señal de protesta. Como rebeldía juvenil por lo inexplicable ante su anhelo irreverente de volver a abrazarte ¡ya!
Mis brazos te esperan colgando de mi cuerpo, mansos, dóciles y decididos.
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